Dónde van las lágrimas, por L. Debanne y M. Debanne
Miguel Ángel Arias
¿Dónde van las lágrimas acumuladas año tras años, hasta la vejez, hasta la sordera, y la viudez, y los dolores de hueso, y el corazón acurrucado, una arruga sobre otra, alrededor del recuerdo tibio y rojo del hijo que se llevaron, las manos atadas, los ojos tapados con jirones de una sábana arrancada de la cama familiar donde dormía su juventud, su hermandad, su sangre latiendo infinitamente en la nada eterna de la memoria sin olvido?
¿Dónde están mis manos de acariciarlo, mi sonrisa y mis ojos de verlo crecer que no lo vieron? ¿Dónde está mi sangre quieta desde entonces, dónde está el tiempo y los calendarios repletos de festejos? ¿Dónde se los llevaron?
¿Dónde van los recuerdos arrancados de la infancia, y su juventud anegada de terror en medio de la noche a punta de pistola, a golpes, amenazas, injurias; y las últimas fuerzas usadas para ponerse en marcha, para vencer el miedo que desinfla el músculo y el corazón? ¿Dónde va la nostalgia por las peleas que no pudieron ser, los disgustos que no pudieron ser, los desgarros que la vida inevitablemente trae cuando la dejan desplegarse como un viento, como un río, como un abrigo cálido que te regalan en medio del invierno?
¿Dónde están los dolores, naturales dolores del amor, dolores de madre que arrancaron para reemplazarlos por esta ausencia, por este vacío negro, por esa furia penosa de andar perseguida por la punta de la pistola cara encapuchada apuntándome el pecho en medio de la noche?¿Dónde se los llevaron?
¿Dónde van mis pasos, círculo eterno tras la pista fantasmal del rastro que deja el amor, bandera de batalla, consigna bordada, pañuelo blanco cubriendo el fuego que arde en mi cabeza, como un incendio de desesperación y búsqueda y llanto y lucha y la certeza antigua de que el mal te carcome las tripas y que el amor te redime y mantiene eterno, como un mojón en medio del infinito olvido de la muerte?
¿Dónde están sus huesos hijos de mis huesos? ¿Dónde se los llevaron?